El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde

Dr-JeckyllEs difícil hacer hoy en día una reseña de esta novela de Robert Louis Stevenson. Es tan conocida la historia que narra, tan popular, y se han hecho tantas versiones de ella –en el cine, en el teatro, en la televisión, en los comics…- que, a la hora de hacer un comentario, casi con toda seguridad, es muy fácil moverse en el ámbito de los lugares comunes. Quizá por ello quisiera resaltar aquí la importancia de la relectura de obras clásicas, porque siempre vamos a descubrir nuevos detalles, nuevas ideas, nuevos sentimientos. Los lectores continuamos la obra del autor. De alguna forma, la rehacemos al apropiarnos de ella, y, naturalmente, no siempre nos acercamos de la misma forma, no siempre la leemos igual, cada vez podemos recibirla de una manera distinta. En definitiva, siempre podemos aprender algo nuevo, si es que, de verdad, estamos ante una literatura auténtica, como es el caso.

Y esto es precisamente lo que nos ofrece una edición muy especial y cuidada de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, publicada por la editorial Alba Clásica. La traducción es de Catalina Martínez Muñoz, y acompañan el texto las ilustraciones que Mervyn Peake hizo para la edición de The Folio Society de 1948. Pero, además, incluye, como apéndices, dos textos extraordinarios que ayudan a entender el contexto en el que se creó esta novela: el primero de ellos es un maravilloso escrito del propio Stevenson sobre la creación literaria y los sueños (“Y, en cuanto a los duendecillos, pues son lisa y llanamente eso, mis genios, ¡benditos sean! Ellos hacen la mitad de mi trabajo mientras estoy completamente dormido, y con toda probabilidad hacen también la otra parte, cuando estoy despierto, y creo, ingenuo de mí, que yo soy quien se encarga de hacerlo.”). El segundo apéndice es un breve, pero preciso y claro análisis del contexto de las investigaciones científicas (psiquiátricas y criminológicas) de la época en la que Stevenson publicó su obra (Londres, 1886), y cuyo autor es el escritor británico Robert Mighall. Los dos textos proporcionan una ayuda inestimable para entender mejor el terrible conflicto que nos presentan el doctor Jekyll y el señor Hyde.

Stevenson, que nació en Edimburgo en 1850, cursó estudios de Ingeniería y Derecho, pero tuvo desde muy joven una clara vocación literaria. Sus creaciones fueron muy diversas: libros de viajes, ensayos, poemas, relatos breves, novelas fantásticas y de aventuras, y esta historia de misterio que aquí comentamos, en la que se nos presenta el terrible conflicto entre el bien y el mal, entre la bondad y la maldad en una misma persona, el respetable doctor Henry Jekyll, que mediante una sustancia química consigue disociar su parte más abyecta y transformarse en el solo perverso Edward Hyde, cambiando para ello incluso de apariencia física, de tal forma que pueda diferenciarse nítidamente de su lado bueno, de la honorabilidad y prestancia del doctor Jekyll. Las transformaciones de una personalidad a otra puede controlarlas inicialmente, pero con el tiempo los cambios se vuelven cada vez más difíciles e imposibles de controlar.

En el relato se nos presenta esta dualidad, pero en la narración final que el propio doctor Jekyll hace de su historia podemos leer lo siguiente: “Otros vendrán después, otros que me superarán en las mismas experiencias, y me aventuro a afirmar que el ser humano será en última instancia conocido por la pluralidad de personalidades incongruentes e independientes que en él habitan”. Es esta complejidad humana, que apunta Stevenson incluso más allá de la dualidad entre el lado bueno y el lado oscuro del alma, una fuente constante de tensión, de conflictos y de angustia, que llega a hacerse insoportable para el doctor Jekyll, y la que le hace buscar en la huida la forma de resolver tantos conflictos: “Si cada uno de ellos [los dos seres de un mismo individuo], me dije, pudiera alojarse en una identidad independiente, la vida se desprendería de todo cuanto se me antoja intolerable: el inicuo podría seguir su camino liberado de las aspiraciones y los remordimientos de su gemelo más recto; y el justo podría avanzar firme y seguro por su elevada senda”.

Pero todas estas reflexiones se nos presentan en toda su complejidad al final de la novela. Hasta llegar a ese punto el relato transcurre intensificando a lo largo de sus páginas el misterio que la historia entraña. Y, para ello, el autor juega con diferentes voces narrativas que van acercándonos cada vez más a la voz narrativa central y reveladora del misterio, esto es, al propio doctor Jekyll. Un narrador omnisciente que comienza a contar la historia va dando paso, progresivamente, a otros personajes que nos cuentan lo que conocen sobre los extraños hechos ocurridos en las calles de Londres. Son personajes que nos van acercando cada vez más al protagonista, o deberíamos decir a los dos protagonistas, que relatan en primera persona lo que saben, lo que han sufrido por ello, lo que no se atreven ni a confesar, y, así, lo terrible del misterio se va haciendo también cada vez más intenso, hasta llegar al momento culminante de la investigación detectivesca con el relato final de Henry Jekyll.

Es, en palabras de muchos críticos, una alegoría moral en forma de historia de misterio. Merece la pena volver a esta narración extraordinaria, de un escritor extraordinario, al que, no en vano, en las islas Samoa del Pacífico Sur, donde vivió junto a su esposa y murió en 1894, los nativos le llamaban a Stevenson Tusitala (´el que cuenta historias´).

Stevenson_Jeckill_Robert Louis Stevenson; El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. Ed. Alba Clásica. Barcelona,Barcelona, 2015, 174 páginas.


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