Paradojas de la música

Musica acorde diabolicoEstaba en mi cabeza, siempre. Y así quedó grabada para siempre, también, la suavidad de aquellos atardeceres tan placenteros en la pausa de mis estudios de adolescente. Sin referencia alguna, me acompañaba en mis sueños de los años por venir. Y yo viajaba así por el mundo, imaginándome en libertad, lejos de allí, haciendo otra vida. Y, así, mi soledad dolía menos, y me sentía bien y capaz.

Pero, un día desapareció, sin decir adiós, sin dejar seña alguna. Y, sin saber bien dónde, si en mi cerebro o en mi corazón, o en ambos, pero muy adentro, allá quedó su recuerdo. De cuando en cuando, aparecía muy fugaz, pero sin dejar apenas detalles, por pequeños que fueran, para hacer más fácil su encuentro.

Pasaron años, y me decidí a buscar, a preguntar, aunque para ello tuviera que quitarme la segunda piel del ridículo. Pero no lo supe ver. Cómo, en tanto tiempo, nadie llegó a decir: está aquí…, ¡aquí lo tienes! En alguna ocasión llegué a estar cerca, pero no nos encontramos. Y siguió pasando el tiempo, y los años, y los sueños también.

Y un día, sin otro quehacer, sin demasiado ánimo, decidí ver la película que en otra ocasión desdeñé. Y… ¡allí estaba! Ese era el sonido que durante tanto tiempo me había acompañado, que conocía tan bien, y al que yo recurría en tantos momentos. Y me emocioné, porque ya no volvería a perder aquella música. Dejaría de estar sólo en mi cabeza. Sin embargo, me entristecí, porque supe que aquella melodía, que yo sentía tan amable y tan buena compañera, pertenecía a una historia insoportablemente triste: Cowboy de Medianoche.

John Barry – Midnight Cowboy


Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s