Logoterapia en un túnel

Los días 21, 22 y 23 de octubre se celebraron en Madrid las XXV Jornadas de Logoterapia, organizadas por AESLO, la Asociación Española de Logoterapia, que, a la par que las jornadas, cumplía también sus 25 años de andadura. El tema que englobaba las charlas y las diversas aportaciones era El cuidado que humaniza: responsabilidad y sentido.
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Como señaló uno de los ponentes, Daniele Bruzzone, “la Logoterapia es una manera de vivir, más que una terapia”, y en este sentido, quisiera resaltar aquí una idea clave de esta corriente de psiquiatría y línea de pensamiento: la autotrascendencia, es decir, salir de uno mismo, abandonar el ensimismamiento e interactuar con los demás en la realidad, única manera de responder y comprometernos cuando esta nos interpela. En este sentido, se citó también a Kierkegaard: Nada es más peligroso ni más paralizante para un hombre que el aislamiento profundo dentro de sí mismo.
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Y, a veces, los artistas nos hacen entender mejor una idea porque saben transmitirla de manera muy especial, llegando al pensamiento y al corazón, a lo más profundo de nuestra mente. En este caso, he recordado la novela de Ernesto Sabato El túnel, que expresa de manera extraordinaria precisamente lo contrario a la idea de autotrascendencia. Se recoge aquí un fragmento, tan solo un apunte para animar a la lectura del texto completo:
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Portada de El tunel«… en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en el que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al ancho mundo de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad.»
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[Ernesto Sabato, El túnel, Ed. Cátedra, pág. 160]

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